¿Dónde nacen los nuevos emperadores?
Tal vez los antiguos emperadores antaño se criaban en la corte. Nada que ver con el joven Franzie, que creció en los suburbios teutones de Giesing. Su pasión no era la política, sinó el fútbol; Su sueño: jugar algún día en el principal equipo de su ciudad, el poderoso TSV Munich 1860, el club más importante, emblemático y tradicional de la capital del estado de Baviera. Muchos muchachos de su barrio habían acabado jugando allí. Y sabía que algún día, pronto, llegaría su oportunidad.
Franzie era solo un adolescente cuando demostró su talento como goleador en el torneo juvenil de Neubiberg. Su equipo, el modesto SC 1906, era muy competitivo pero no tenía fondos suficientes para mantener sus equipos escolares, así que el torneo representaba entonces para muchos muchachos de barrio obrero la enorme oportunidad para promocionarse como prometedores futbolistas ante los grandes conjuntos. Sin embargo, Franzie ya lo tenía claro antes de comenzar el campeonato. Aspiraba a lo más alto, y para él el mejor equipo para dedicarse al fútbol era el TSV 1860, uno de los fundadores de la Bundesliga (Liga Alemana-occidental de Fútbol). Ya había hablado con los responsables del club para jugar con ellos el próximo año. Y qué mejor manera que presentar sus credenciales ante ellos que demostrar sus habilidades en la gran final del torneo precisamente contra el equipo juvenil del TSV. Parecía hecho a propósito. Curiosas cosas del destino.
Sin embargo, toda gran historia suele venir acompañada de algún giro inesperado. Por algún motivo, durante este partido, un defensor del TSV le debió coger algo de ojeriza al bisoño delantero rival, por lo que comenzó a dedicarle algunos gestos despectivos. Aquello pareció motivar al sagaz Franzie, que pensó que la mejor manera de responder a tanta provocación era marcando goles. Así lo hizo y sintió una alegría descomunal. Tanta, que no pudo reprimir las ganas de dedicárselo a su implacable contrincante, el cuál, en un ataque de rabia, se abalanzó sobre él y le golpeó violentamente la cara, lo que daría origen a una monumental tangana. Al parecer al equipo favorito no le había agradado demasiado que su rival hubiera salido tan respondón.
Aquel día, el agredido se sintió fuertemente dolido en su orgullo. Durante largo tiempo esperó una disculpa que no llegaría. No era la primera vez que los miembros del TSV 1860 se metían en una trifulca en torneos de ese tipo, así que Franzie manifestó que no jugaría nunca en un equipo con ese tipo de jugadores. "Vete a otro equipo, niñato. Nos sobran jugadores con talento" le vinieron a decir. Y no sin cierto pesar, el joven muniqués se lo acabó por tomar al pie de la letra. Quizá aquel hubiera sido su equipo preferido desde que era un infante. Pero no por ello iba a aceptar un trato tan arrogante ni tanto desdén de su parte. Así que decidió que jugaría en otro lugar y, para seguir practicando el fútbol, eligió a otro equipo juvenil de su ciudad, sin importarle demasiado que perteneciera a un club de segundo nivel.
Sin embargo, siete años después de aquel incidente, el una vez despreciado Franzie ya era mayor de edad y jugaba, en posición de líbero, en Segunda División. Aquel equipo segundón por el que se decantó un día, el Bayern (Baviera), tenía la oportunidad de ascender a la Primera División, la Bundesliga, que dos años antes había proclamado al TSV 1860 como su legítimo campeón. Y no desaprovechó la ocasión: ganaron el partido de promoción e se hizo realidad el sueño de jugar en el torneo más importante de fútbol profesional en Alemania Occidental. Parecía que el éxito por fin le sonreía al mozo de Giesing. Pero pocos podrían imaginar lo que aún ocurriría años más tarde.
Tres temporadas después, el segundo equipo más importante de Munich se proclamaría campeón de Alemanía Occidental por primera vez en su historia. Su capitán, Franzie, había pasado a ser Franz y era una pieza indispensable en el equipo. Cinco años después, el Bayern se convirtió en el mejor equipo europeo tras ganar en la final de la Copa de Europa en Bruselas (1-1 y 4-0 ante el Atlético de Madrid), logro que volvería a repetir en las dos temporadas siguientes. Parecía mentira, pero la ciudad de Munich pudo presenciar como en pocos años caía un "rey", el TSV 1860, para alzar al trono a otro, el Bayern, que no solo era el mejor equipo de fútbol de la ciudad. Lo era también de Alemania (Occidental) y de Europa. Y la clave de aquello fue aquel prometedor jugador una vez agredido, cuya inteligencia y dotes de liderazgo dentro del terreno de juego le hicieron honor de un sobrenombre que traspasaría las fronteras políticas e incluso las fronteras de un mero deporte como es el fútbol. Se le conocía y se le conoce como el Kaiser (Emperador). Aquel mismo año, capitaneó la selección de su país, la República Federal de Alemania, en la Copa del Mundo. Y se alzó con ella tras vencer a Holanda en la final (2-1).
Lo que son las cosas. Los aficionados al fútbol apenas conocen en la actualidad el TSV Munich 1860. Pudo haberse consagrado en Europa con la ayuda del Kaiser. En cambio, a quién ayudó Beckenbauer a entrar en el olimpo histórico de este deporte fue precisamente al rival ciudadano, por entonces de peor nivel. Y ahora todo futbolero conoce al Bayern de Munich.
Este relato (extraido de un artículo del periodista deportivo Kevin Connolly) no deja de ser una anécdota deportiva sobre una de las grandes celebridades deportivas alemanas. Por otro lado, sin embargo, es cierto que, en cualquier ámbito, surgen determinadas figuras que pueden cambiar el signo de la historia en la que están implicados. Nunca se sabe de dónde pueden surgir ni cómo van a desempeñar su papel. Después de todo, Jesucristo nació en un portal, Beethoven fue uno de los tres hijos que sobrevivieron de los siete partos que tuvo su madre enfermiza, a Einstein se le consideraba "retrasado" en su infancia, Napoleón fue incapaz de acabar los estudios primarios. Incluso el romano Claudio Druso, que sufría parálisis cerebral de nacimiento y tartamudeó toda su vida, llegó a convertirse en Emperador (el cuarto) del Imperio Romano.
Nunca se debería subestimar a nadie. Y mucho menos desecharlo a edad muy temprana. Porque nunca se sabe de dónde puede surgir un futuro emperador.
7 Comments:
Yo creo que todos somos emperadores potenciales hasta que nos da por rendirnos. Y también que todo iría mucho mejor si nos rindiésemos más tarde. Pero es una buena lección la que nos da el deporte en esta ocasión: hay que tener cuidado con aquellos a los que despreciamos. Mejor ser cautos.
Mira que sigue jodiendo el 4-0 del Bayern en la final de Copa de Europa ¿eh?
Hombre, no me compares a Franz con Napoleón.
Por eso mismo no me gusta despreciar a nadie... Todo el mundo merece su tiempo para demostrar lo que vale y el desprecio sólo conduce a situaciones como las que describes.
Si muchos de los que lo desprecian se tomaran en serio (de verdad) el mundo del deporte, se darían cuenta de que contiene centenares de lecciones aplicables a la vida...
Si hablamos de emperadores y nacimientos en sitios inadecuados, qué mejor que recordar a un tal Carlos I de España y V de Alemania, que nació en un retrete...
Sabía que el Bayern no era el equipo con más seguidores de Munich, pero no que era tan humilde y que había estado hasta hace poco en segunda división. Por cierto, ¿se sabe cómo se llama el defensa del Muncih 1860 que propició que Franzie se fuese al Bayern?
Por cierto, no sé si sabes que Beckenbauer ha sido criticado últimamete por sus comentarios hacia el sorprendente líder alemán, el humilde Hoffenheim, al que ha acusado de tener "delirios de grandeza".
Dedalus, creo que la consideración de "emperador" no se la puede conceder uno mismo. Es un reconocimiento de otros. Sin embargo, sí es que es cierto que existe algo de "poder" en uno mismo. Esta es una forma de demostrar que "no es que ellos fueran demasiado buenos para mí, sino que yo era demasiado bueno para ellos".
Sí, Situacionismta, ya sé que lo del Atleti no tiene nombre. Lo veo en las caras de mi padre y de mi tío, que son colchoneros casi de nacimiento. Y espero que ningún aleman repare en semejante comparación de su kaiser con un francés.
Juan, la historia nos recuerda historias increibles. A veces lo importante no es como se empieza, sino como se acaba.Y la "venganza" es un plato que se sirve frío...
Bueno, Buxter, creo que más de un/a monarca parecía haber nacido en un retrete. Respecto al agresor del Munich 1860, no creo que haya pasado a la historia del fútbol profesional. Aunque podría haber probado suerte como presidente de su federación, como otro famoso "boxeador" jugador del Athletic que, en cierta ocasión, le tocó la cara a Cruyff.
Sí sabía que había "otro" equipo en Munich, lo que ignoraba es que el otro, históricamente hablando, es el Bayern. Y, por supuesto, desconocía que en el TSV 1860 era donde anhelaba jugar Beckenbauer, uno de mis primeros ídolos futbolísticos (la final del mundial de Alemania del 74 es de mis más viejos recuerdos; yo iba con la Holanda de Cruyff). Siempre se aprende algo; muy interesante post.
La final del 74 tuvo que pillar a un Miros adolescente, no?.
Leí la historia a partir de un comentario escrito que decía que Beckenbauer llegó por casualidad al Bayern (también denominado Bayern Dussel (suerte), por la fortuna que le acompañaba en ciertos momentos (con la gran excepción de la Champions 99)). Me pareció sorprendente que una "casualidad" determinara a un histórico Bayern de Munich, capitaneado por él, ganando 1 Recopa y 3 Copas de Europa en menos de 10 años; El TSV Munich 1860, en el mismo periodo, solo jugó una final de Recopa y la perdió...
... parecía una especie de caso aplicado de la Teoría del Caos ("Pequeños cambios en las condiciones iniciales conducen a enormes discrepancias en los resultados")!!!
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