lunes, abril 23, 2007

Tierra de Zares

En la escena internacional, hoy nos ha dejado Boris Yeltsin, uno de los personajes más relevantes en el proceso de desintegración de la Unión Soviética y en el fin de la Guerra Fría (1947-1991). Miembro del Partido Comunista desde 1961 y alto cargo durante la época de Corbachov, es todo un ejemplo de juegos malavares en política. Purgado políticamente en el 87 por criticar la Perestroika , rehabilitado en el Soviet Supremo de la URSS como reformista en el 89, proclamador de la independencia de Rusia en el 90 pero defensor de la Unión Soviética en el golpe de estado contra Gorbachov en el 91, lo cierto es que, en tiempos convulsos, un lider político se mueve más que el péndulo en un reloj antiguo.

El primer presidente de la Rusia post-soviética (en paz descanse) demostró, pese a sus innumerables problemas de salud, algunos producidos por sus excesos con el vodka, ser un político duro, hábil y, sobretodo, muy pragmático. Durante 10 años se hizo cargo, en mayor y en menor medida, de un país con más de 140 millones de almas, aunque para ello llevó a cabo estrategias que sus antecesores comunistas nunca hubieran imaginado.

En 1993, en Vancouver, comenzó su particular "idilio" con el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton. Todavía se preguntaba la gente si la Guerra Fría había acabado realmente o si Rusia (junto con los chicos de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) ) tomarían el relevo de la extinta Unión Soviética, puesto que armas y ejércitos no le faltaban para ejercer de potencia hegemónica territorial. Bueno, las dudas se disiparon rápido: en Tokyo (1993), Estados Unidos reconocía que "ayudaría" a Rusia con 43.000 millones de $. No estaba nada mal. A cambio, Rusia privatizaría empresas, estabilizaría el rublo, concedería créditos a la exportación y permitiría a los antiguos países de Europa del Este formar parte de la OTAN. Rusia, como se vería un año después, entraría en el G-7 (luego G-8), junto con las principales potencias económicas mundiales. Todo parece dentro de una esperanzadora lógica de superación del viejo conflicto Este-Oeste.

No obstante, nada es gratis y el F.M.I no es una generosa ONG. Al parecer, el año 95 la economía rusia sufrió una importante quiebra. Durante la reestructuración del Kremlin, algunos fondillos se perdieron por el camino, casualmente en Suiza, implicando a la hija de Yeltsin y al gestor de Patrimonio y amigo del presidente ruso, Pavel Borodin. Las consecuencias fueron nefastas, puesto que, al hacerse público, se pararon todas las tranferencias de dinero y quedó una enorme deuda externa. Y nadie sabía donde estaba el dinero del FMI. El gran saxofonista William Jefferson Clinton, experto en salir en ayuda de sus "amiguetes", acudió en auxilio de su homólogo ruso. Dos años después, la recuperación económica rusa fue posible gracias a 127.000 millones de $, aunque este dinero valió para muchas cosas. Clinton se presentó para la reelección en el 96 y, curiosamente, hubo un extraño caso de financiación ilegal de su campaña. El caso fue investigado por el FBI (1998) y encontraron una inverosímil conexión entre el FMI y la ex-KGB. El tema está domumentado, aunque destaca la declaración del ex-CIA, Robert Baer (SOLDADO DE LA CIA), en cuya persona se basa el personaje de George Clooney en Syriana (2005). Al parecer, alguien vinculado al antiguo servicio secreto soviético (actualmente FSB ruso), hizo de inusual y atípico intermediario entre dinero recibido del FMI y las arcas del Partido Demócrata. Tal vez la Guerra Fría acabara, pero material para rodar muchas más películas sobre espionaje podemos encontrar en gran cantidad. La amistad en el antiguo eje Este-Oeste fue muy positiva durante los 90. ¿Alguién pensaba acaso que la OTAN podría bombardear al histórico aliado ruso, Serbia (Yugoslavia, 1999), sin que Rusia hiciera a algo más que denunciar y gruñir? 4.500 millones de $ podían eliminar muchas tensiones en la Federación Rusa a finales del Siglo XX.

Parece mentira como el que fue Primer Ministro ruso en 1998, Yevyeni Primakov, un supuesto comunista del ala dura, pudiera decir que se enorgullecía de ser amigo personal de Madeleine Albright, Secretaria de Estado de Clinton. Una simple extravagancia, después de todo, si se tiene en cuenta la imaginativa ocurrencia de Yeltsin de nombrar como sucesor a un ex-teniente-coronel de la KGB, como es Vladimir Putin. Es lógico que, después de todo, el director del FSB (ex-KGB) sea de fiar, sobretodo para el Partido Demócrata de Estados Unidos. Es todo un patriota: ¿qué hizo Putin nada más ser presidente? Meter a todos sus ex-colegas de trabajo en los puestos clave de la Administración. Todo un favor para la democracia. Seguro que así no habría corrupción. Obviamente, la familia Yeltsin ha tenido legalmente inmunidad absoluta.

Nos ha dejado un personaje peculiar.

5 Comments:

Blogger TAM said...

Mario,

creo que eres muy condescendiente con Yeltsin. Su mandato puede resumirse en dos palabras: caos y corrupción.
Corrupción porque es cierto que una transición del comunismo al capitalismo es un desafio mayusculo, pero lo que sucedió en Rusia es que los únicos sectores rentables, las compañias energéticas, fueron transferidas a precios irrisorios a la camarilla que rodeaba a Yeltsin. La consecuencia es una Rusia donde las clases medias son una entelquia y el poder está en manos de una oligarquia al servicio de su nuevo amo, Putin.
Y caos porque en menos de un año llegó a tener cuatro primeros ministros. Porque se sacó de la manga una constitución ultrapresidencialista que ha permitido a Putin implantar el autoritarismo y sobretodo por Chechenia, de la que no dices nada, y que es un compendio de como no gestionar una crisis con un territorio separatista.

24/4/07, 19:20  
Blogger C.C.Buxter said...

La verdad es que de Yeltsin hemos tenido siempre la imagen caricaturesca de borrachín, pero poco se ha dicho de los inmensos retos políticos que tenía que afrontar.

Como casi siempre en la vida, de algunos salió bien parado y de otros no tanto. Para la Historia quedará la imagen de Yeltsin subido a un tanque, parlamentado ante miles de rusos, oponiéndose al golpe de Estado de los sectores más duros del Ejército Rojo. Pero también la corrupción y el desastre de la transición económica al liberalismo, el debilitamiento del poder legislativo y la guerra de Chechenia. En plan más doméstico, recuerdo el plantón que Yeltsin le dio a Aznar en Moscú, durante los bombardeos de la OTAN en Kosovo; al final hablaron por teléfono...

Si tenemos en cuenta el tono actual de los medios de comunicación, que prefieren la anécdota a la información (véase si no el café de Zapatero y el sueldo de Rajoy), supongo que lo que más se repetirá en estos días serán las imágenes de Clinton y Yeltsin riéndose hasta el llanto.

24/4/07, 20:27  
Blogger Carlos said...

Sin duda, Boris Yeltsin pasará a la historia como un líder desmesurado. Y probablemente será más recordado como el dirigente que condujo a Rusia a las "libertades" que como el pésimo gestor que la arrastró al desastre económico, con un capitalismo brutal y caótico. La memoria histórica dirá.

25/4/07, 11:17  
Blogger Reverendo Pohr said...

@ Dani. Más que condescendiente, me he centrado en la figura de Yeltsin como un político oportunista y pragmático, aunque se podrían decir muuuuchas cosas más. Corrupto? Sin duda, teniendo en cuenta que el suyo era régimen que pretendía ser (o aparentar) democrático, aunque es díficil saber si lo fue más que su antecesores en la URSS. No sé si destacó en eso o si mantuvo la línea. Lo de Chechenia ya lo comentaré cuando hable de Putin, puesto que, aún cuando la "guerra" la inició Yeltsin, ha sido su sucesor el que la ha explotado hasta la saciedad.

@ Buxter. Los rusos suelen decir que se sienten algo incomprendidos por los "occidentales". Los juzgamos bajo parámetros occidentales y con la información que nos llega, que suele ser poca y sesgada. Muchos recordarán a Yeltsin por su imagen del tanque más que por su gestión. Bueno, al igual que algunos dirigentes europeos y, sobretodo, norteamericanos. Yo no me reiría tanto de Yeltsin sin recordar que en España hemos tenido algunos políticos peculiares (por ejemplo, Jesus Gil) al frente de importantes instituciones políticas españolas.

@ Litos. Los rusos lo recordarán a su manera y fuera de Rusia a la suya. Son ellos los que mejor pueden valorar su gestión, porque fueron (y siguen siendo) los que la sufrieron. Desde aquí podemos ver lo ridículo que pudo llegar a ser este ciclotímico personaje, pero nos basaremos en lo que nos han mostrado de él. A la inversa,
seguramente en otros lados del mundo también opinan lo mismo, en ocasiones con mucha razón, de nuestros políticos. No obstante, todo esto no borra de mi mente la imagen de un político algo esperpéntico.

26/4/07, 13:29  
Anonymous Anónimo said...

Coincido con los comentarios anteriores aunque también con tu contraréplica que califica al político ruso de oportunista. Quizás fue su nota más característica.

Respecto a lo de Chechenia, espero leer pronto la entrada.

26/4/07, 23:37  

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