Venus llegó a la orilla

"El glorioso Orfeo diónos a conocer a Calíope, cautivadora con una sola y perdida mirada y la gracia de su voz, pobres de nosotros, simples y vanales mortales. Al principio, creímos en nuestra desdicha ante tal embriagador hechizo, como quién escucha el canto de las sirenas, amarrado e impotente como Odiseo. Desconfiados en los dioses, escépticos ante las artes del Olimpo, falsas y oscuras , nunca tuvimos claro qué creer, ni tan solo si era menester confiar en nuestros sentidos. Sin embargo, después de haber visto a la encantadora Reina de las Musas, nos consideramos afortunados y emprendimos el camino a casa, a nuestro lugar entre los hombres".