martes, mayo 20, 2008

La Sacerdotisa

"Es hielo abrasador, es fuego helado // es herida que duele y no se siente, //es un soñado bien, un mal presente, // es un breve descanso muy cansado". Francisco de Quevedo

He aquí el segundo de los arcanos mayores del tarot, presta a iluminarnos en los momentos de mayor incertidumbre vital. Tras el naipe iniciático de El Mago, buscador de experiencias, conocimientos y otras habilidades, llega el momento de que alguien nos aporte otro tipo de luces, ajenas a nosotros y de naturaleza diferente a la que solemos tratar con nosotros mismos. El consejo, la prudencia, la llamada a la calma, la tranquilidad. Y, especialmente, lo que podríamos llamar el poder de la intuición en un mundo de arquitectónico perfeccionismo matemático y racionalismo mental.

La sacerdotisa tiene la capacidad de interpretar las palabras del Oráculo. Acudimos con nuestras preguntas. Pero obtenemos respuestas que no son cómo esperábamos. Una especie de "Ni a favor ni en contra, sinó todo lo contrario". Parece que preguntador y preguntado no hablen el mismo idioma o que, quizá, no estén tratando el mismo tema. Eso puede deberse a que, después de todo, deseamos escuchar un mensaje completamente adaptado a nuestros patrones de pensamiento y, cuando no es así, la confusión se abre camino en el receptor de dicho mensaje. Ante tanta potencial interpretación ... ¿con cuál nos quedamos?

"Con la que quieras". Así se manifestaba la sacerdotisa de esta historia. ¿Cómo que con la que quiera?. "Interesante es el camino que sigues. Igual que entendemos aquello que queremos entender, normalmente interpretamos según el prisma de nuestros deseos, sean más aceptados o menos aceptados. El negativo siempre verá los elementos menos favorables de una situación; El positivo, hace optimista hincapié en los aspectos más favorables. De hecho, realistas lo son todos. Simplemente que se decantan por una perspectiva afín a su modo de pensar, que se sustenta y consolida en un día a día, aunque es susceptible de cambiar en cualquier momento". No cabe decir que nunca me lo había planteado de esta manera.

En mi encuentro con esta sacerdotisa le hice saber que existían cosas que deseaba y soñaba con conseguir... pero que no lograba ver cómo. Su respuesta fue: "¿Y por qué te preocupas tanto por ver el cómo?. Claro, como si las cosas salieran solas, me digo a mi mismo. Existen procesos, ¿no?. Las cosas son como son y funcionan como funcionan. En pleno "proceso" de pensamiento, me frena en seco: "No, no se trata de racionalizar. Ni siquiera entender. Se trata de aceptar y es ahí dónde tú puedes elegir cómo hacerlo".

Dentro de la confusión, aún llegué a preguntar cómo podía aceptar cosas si no tengo la certeza si son ciertas o reales. ¿Cómo sé que no son sombras, falsas realidades o ilusiones baldías?. Y la Sacerdotisa volvió a responder fin a su atípico estilo: "Eso es irrelevante. Realmente no es importante saberlo. La clave es la actitud, tu actitud, ante ello, independientemente de su grado, por decirlo de alguna manera, de veracidad. Es como caminar o respirar: no importa si hace sol o si está lloviendo. Puedes caminar o respirar con más o menos dificultad, pero en el fondo estás caminando y estás respirando".


Existen ocasiones en las que no hace falta ser muy sagaz para darse cuenta que tanta profundidad de conversación viene producida por algo mucho más simple. Esta manía tan humana de dar vueltas y más vueltas para ralentizar la llegada a un lugar dónde tememos que nos espere la vergüenza.


- Te noto algo triste - dijo la sacerdotisa.
- Sí, es posible que lo esté - respondió el mago
- ¿Ya sabes a qué se debe?
- Así es. Existe una persona muy especial para mí. Sin embargo, yo soy uno más para ella.
- [...] Olvidaté de una maldita vez de "imposibles" y centraté en lo posible. ¿Qué puedes ofrecerle que no lo hagan los demás? ¿Qué puedes ofrecer para ser tan especial para ella?

El mago bajó una mirada pensativa, casi perdida. Comenzaron a fluir los pensamientos sobre riquezas, grandezas, lujos, viajes, demostraciones de afecto, milagros...

- Ahora mismo - arrancó tras un suspiro - solo puedo prometer una cosa. Alzó la vista. Hacer todo lo posible para hacerla reir cada día; Trabajar para obtener una sonrisa suya cada día...

No debes preocuparte. Mago - concluyó sonriendo la Sacerdotisa.

2 Comments:

Blogger Miroslav Panciutti said...

Probablemente, la técnica de la sacerdotisa de responder con preguntas nos obliga a eludir los caminos trillados del discurso racional y nos abre los ojos para ver lo que no sabemos ver. Tiene la cierta ventaja de que hace que seamos nosotros mismos quienes lleguemos al conocimiento y, por tanto, lo hacemos nuestro. Yo, me temo, tiendo a comportarme más como el mago cuando pretendo que alguien se de cuenta de algo. Y, por supuesto, las más de las veces, aunque haya diálogo, mis palabras no son capaces de penetrar en el otro. Pero es que, en general, estamos mal entrenados en la práctica de la comunicación más profunda.

Me ha gustado este post. Me ha recordado que hace ya unos añitos me propuse aprender un poco sobre el Tarot y, aunque algo leí, lo dejé aparcado; sigue pendiente.

14/6/08, 10:56  
Blogger Miroslav Panciutti said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

14/6/08, 10:56  

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