martes, abril 08, 2008

Manual de cómo influir en un proceso sucesorio

"¿Qué he hecho yo para que me ocurra esto?"

Esta frase la pronunciaba César Augusto, alias "Cayo Julio César Octaviano", en la série basada en la novela de Robert Graves, "Yo, Claudio" (1976). No le hacía falta pensar demasiado para hallar respuesta a su propia pregunta: en el año 27 a.C., dos años después de derrotar al otrora triunviro Marco Antonio, se proclamó Princeps (Primer Ciudadano) de Roma o, lo que venía a ser lo mismo, emperador encubierto de una República venida a menos. Julio César fue asesinado 17 años antes por ejercer de dictador, algo que muchos senadores entendían como la reinstauración de la monarquía, así que su heredero político, Octaviano (posteriormente Augusto), ya se encargó de guardar celosamente las apariencias republicanas para poder ejercer igual poder sin acabar como su tio-abuelo Julio. Sin embargo, lo vendas como lo vendas, un emperador no deja de ser figura institucional unipersonal que, como tal, debe perpetuarse a través de un heredero. Y claro está, dónde haya un heredero no faltarán aspirantes a la herencia.

En esta carrera por la futura vacante, la más lista de la clase fue Livia , segunda esposa de Augusto y una arpía de primer orden. La mujer consideraba que su hijo Tiberio era el candidato perfecto para suceder al césar, así que no reparó en gastos (y fallecimientos inducidos) para que ocupara la plaza que, algún día, dejaría Augusto. Sin embargo, Tiberio no era especialmente carismático y además tenía desventaja ante los descendientes directos de Augusto, por lo que su madre hubo de poner mucho empeño y paciencia por su parte.


El preferido de Augusto para su sucesión era su sobrino, y a la vez yerno, Marcelo (sí, el del Teatro). Era joven y robusto... hasta que sufrió una gastroenteritis y Livia, aprovechando que no estaba ni la madre ni la mujer del joven, se encargó de sus cuidados. Sus esfuerzos resultaron algo tristemente "infructuosos", porque el muchacho acabó muriendo. Sin embargo, la circunstancia no pasó inadvertida y el que no corre, vuela. El laureado Marco Agripa (el del Panteón) se adelantó a la jugada y desposó a Julia, la viuda de Marcelo e hija de Augusto. Así pues, la línea de sucesión se iba a alargar, cocinando un escenario muy propicio para un plaga de indigestiones...

Nueve años después, Agripa falleció y esta vez fue Tiberio quién tomó el testigo como yerno de Augusto. Sin embargo, Julia había tenido 5 vástagos, 3 de ellos varones. Todos tenían preeminencia sobre Tiberio. Así que Livia hubo de esmerarse. En primer lugar, el primogénito de Agripa y nieto mayor de Augusto, Cayo, falleció misteriosamente en Armenia. ¡Que mala pata!. Su hermano Lucio tampoco tuvo mejor suerte: después de que Livia le incitara a denunciar a su propia madre (como hija del césar, su promiscuidad estaba especialmente desarrollada) para que un avergonzado Augusto la desterrara, se cayó de una barca cerca del Canal de la Mancha. ¡Qué infortunio!. Eso debía pensar el césar al perder a dos de sus nietos...


Pero aún quedaba otro: Póstumo (¡qué ironía!). Cuando Livia descubrió que su sobrina, Livila, era el amante de este último eslavón propicio a perderse, la forzó a que fingiera una violación. La vergüenza y el escándalo fueron descomunales, así que Augusto hubo de exiliar a su amado nieto. Y fue en el exilio dónde Póstumo sería asesinado por la guardia pretoriana, al servicio de la "emperatriz" cuando Augusto enfermó. Así pues, la línia primaria de sucesión había quedado lamentablemente borrada ante tal cúmulo de despropósitos. ¡Qué mala suerte!. Menos mal que estaba el pobre Tiberio vivo para asumir con humildad el tomar las riendas cuando hiciera falta.

No os engañeis: hacerse cargo de semejante responsabilidad no es tarea fácil. De hecho, el sucesor de Augusto nunca lo tuvo del todo claro. Una parte de la culpa la tuvo su hermano Druso , de ideas pro-republicanas, partidario de eliminar la figura del princeps y, sin duda, una pésima influencia para su hermano mayor. Eso debió pensar Livia, completamente convencida de que su hijo menor era una oveja descarriada. Cuando Druso sufrió una caida de caballo en Germania, Livia envió a su médico personal para curar a su ideológicamente díscolo retoño, que, ironías del destino, no tardaría mucho en fallecer. Fue una pena, la verdad. Tiberio tendría que pensar desde entonces "por si mismo".

En el año 14, cuando murió Augusto, Tiberio se convirtió en princeps. No esta nada mal teniendo en cuenta que, como mínimo,era la 5ª opción...

3 Comments:

Blogger TAM said...

Los romanos eran unos cachondos y al final Tiberio no fué tan mal emperador (se negó a que le cambiaran el nombre al mes de Septiembre por el suyo, como habían hecho con los dos meses anteriores a los que cambiaron el nombre en honor de Julio Cesar y Augusto...les dijo a los senadores que propusieron el cambio que que pasaría cuando la lista de emperadores llegara al número 13...).

Por cierto, que yo ya estoy esperando la continuación de la serie Roma que emitió Cuatro y que según parece se estaba rodando hace tiempo la segunda temporada.

21/4/08, 21:47  
Blogger C.C.Buxter said...

Así se demuestra la civilización: disimulando. Los visigodos, sin embargo, mataban a cara descubierta, y así les fue...

Aunque estoy seguro de que esta entrada no tiene naaaaaaaaaaaaaaada que ver con la situación de ningún partido político español... yo me imagino las luchas internas en política, más o menos, de este modo, aunque (afortunadamente) la muerte sea metafórica: decirle a tus amigos periodistas que publiquen supuestos escándalos del contrario (véase el partido socialista valenciano), enviar a ex-ministros a dirigir organismos internacionales (Rato) o fundaciones (Caldera), y mi preferido, hacerles eurodiputados (véase próxima lista electoral del PP...).

26/4/08, 19:57  
Blogger Reverendo Pohr said...

demonios! Cuesta imaginarse un 11 de Tiberio. En fin, Dani, si quieres la 2ª temporada de Roma, ya la tengo en DVD. Sirve para ilustrarse un poco.

Por supuesto, Buxter, toda semejanza con la realidad es pura casualidad. Que se sepa, ninguna agencia de información se ha atrevido a confirmar que Zaplana sufra ardores de estómago.

30/4/08, 12:54  

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