jueves, marzo 27, 2008

Beren, el hombre cambiante

"Da igual que te haya parecido diferente. Es la misma persona"

La última vez que le ví fue hace algunas semanas. Me hallaba sentado en una terraza de la calle Luarca, en plena degustación de la cañita de rigor por aquellos lugares. Le observé mientras me estaba encendiendo una Faria mini, pensando fascinado (o incrédulo) en lo extraordinario que todavía era, de ser cierto, aquello que rumoreaban tanto de él como de su mujer. Un amigo mio del barrio se refería a ellos con la palabra común de "cambiantes".

Después de tantos años uno se acostumbra a una hipotética idea y la acaba convirtiendo en algo corriente cuando no lo es. Podría decirse qué es cualquier cosa menos que es normal. Lo había visto en variadas ocasiones por las calles del barrio, como un viandante más, hasta que dicho amigo me contó una increible historia sobre él: ese hombre podía cambiar de aspecto físico. Yo le miré escépticamente, con la sonrisilla de quién se da cuenta que se están quedando con él. Me devolvió la sonrisa, pero asentía con la cabeza: "ese tío puede transformarse en otros. En su casa parece que vivan 5 o 6 personas. Pero solo son dos". Igualito que las historias de ruidos por la noche en casas abandonadas. ¡Por dios! ¡si vivimos en Hospitalet!. El Gornal de noche sí que da miedo. Pero un tío que cambia... Sin embargo, la conversación acabó sin que él reconociera que me tomaba el pelo.

Tiempo después, camino de una de esas tajas de juventud, nos lo cruzamos el grupo de colegas en la calle. Nos saludó con la cabeza, regalándonos una alegre sonrisa, como si nos conociera de vista, y eso dio a pie a que surgiera de nuevo el tema. "¿Por qué no nos sonrie con el aspecto de tia buena?". je,je. Ya podía bromear cuanto quisiera. Tal vez aquello me permitía pasar por alto un detalle realmente inquietante. A ese hombre con acento, hacía muchos años que lo tenía visto: vivía tres portales abajo doblando la esquina este de dónde vivía yo. Siempre había creido que en aquella casa vivía también un hombre mayor, posiblemente el padre de alguno de los cónyuges, y una pareja de chavales jóvenes, posiblemente los hijos. Les había visto entrar con llave propia en su casa. Pero curiosamente nunca los había visto a todos juntos. ¿Era posible que aquel individuo pudiese transformarse en un hombre mayor o en uno más joven? Me parecía absurdo. Y hoy en día, en cierto modo, me lo sigue pareciendo.

En mi casa había escuchado historias de la gente del barrio. Estaba el Recogedor de Basuras: un hombre que llevaba décadas buscando cosas útiles en los containers, a pesar de haberse convertido en propietario de varios de bloques de pisos desperdigados por la ciudad y de contar con un pastón inmenso en el banco por el que se peleaban los hijos ya mayores; Estaba el Borracho de la Avenida Masnou: un individuo que, desde que tengo memoria, siempre que lo he visto estaba cantando y completamente dominado por su estado etílico; Estaba también la Rociera: una mujer siempre vestida de flamenca que iba (y sigue yendo) acompañada por un carrito de la compra que transporta su radio de alto volumen. Hay que reconocer que los "frikis" nunca han escaseado por estos parajes. Así pues, ¿qué podía tener de raro que también existiera un "cambiante"...o dos "cambiantes"?. El señor Juan, un hombre mayor con el que coincidía antaño en el autobus de vuelta del colegio, solía sentarse en la plaza para dar de comer a las palomas (aunque las ordenanzas cívicas lo prohiban). Una de las veces que he charlado con él en los últimos años, me explicó que lo llamaba el Yugoslavo porque, creían, pertenecía a una comunidad procedente de los balcanes, los "boruc" (o algo parecido porque no sabía pronunciarlo bien ni sabía como se escribía). Era bastante especular, porque nadie sabía a ciencia cierta no quién era y ni de dónde procedia. Simplemente, había estado siempre allí, en el barrio. Era un caso enigmático más y, dentro del enigma, Don Juan solamente estaba completamente seguro de haber visto a otro, aparte de los dos "yugoslavos", de los cuáles se contaran aquellas historias: un individuo capaz de cambiar su fisionomía y transformarse en alguien de diferente apariencia física: más joven o viejo, más alto o bajo, más gordo o delgado. Y lo que parecían dos, tres o cuatro personas distintas, en realidad eran una sola. Como un esquizofrénico que pudiera manifestarse físicamente en un cuerpo distinto cada vez que cambiara de personalidad. Capaz de hacerse pasar por si mismo, por su padre y por su hijo. Verlo para creerlo.

Una tarde, no hace mucho tiempo, me dio por consultar por internet por los "boruc" o "bruk". Perdí bastante tiempo, casi tres cuartos de hora, antes de encontrar, fruto de la insistencia, alguna página que comentara algo que se pareciera, aunque fuera de lejos, al tema en cuestión. Tras navegar por varias webs cada cuál más rara y extravagante (realmente freaks), me topé con un estudio científico de un profesor búlgaro de origen croata. No entendí del todo qué demonios describía porque, si bien me manejo razonablemente con el inglés, aparecían demasiadas palabras raras, con inusuales phrasal verbs y extrañas expresiones. La teoría de los "Cambiantes" se centraba en explicaciones cuánticas algo radicales. Afiman que la materia no es algo continuo, pues a nivel subatómico, los electrones no son constantes: aparecen y desaparecen. Como una luz parpadeante. Eso permite múltiples modificaciones potenciales en la materia. Un pensamiento o varios pensamientos pueden cambiar las conexiones sinópticas del cerebro o acelerar las transmisiones del sistema nervioso, lo cuál tiene repercusión, consciente o inconsciente en nuestro cuerpo. No hay que pensar en brujería: ¿quién no ha escuchado en alguna ocasión hablar del Efecto placebo o del poder de La Sugestión ? Un pensamiento erótico es capaz de generar una erección y un recuerdo puede generar alegría o tristeza, con la consiguiente sensación positiva o negativa en el cuerpo. Si la mente puede afectar tanto sobre el cuerpo, ¿es posible que una mente hiperdesarrollada pueda llegar a "transformar" el metabolismo o, cuanto menos, la fisonomía de una persona por completo?.

Para ser sincero, todo me suena demasiado fantasioso e inverosímil. Aunque, analizándolo fríamente, ¿quién no ha presenciado cambios bruscos en alguna persona hasta tal punto de pensar que es otra persona? Aceptamos con normalidad tener un jefe ciclotímico , un compañero iracundo o temperamental o algún amigo o amiga demasido irascible. ¿Cuantos "monstruos" son en el fondo "buenas personas"? ¿Y cuántas "mosquitas muertas" llevan a cabo auténticas barbaridades? ¿No se podría considerar igual de atípico?

Don Juan lo manifestaba así: "Serán raros. No sé cuántos son en realidad, pero siempre que me he topado con ellos, siempre han sido muy agradables. Me parecen muy majos. En cambio, hay tanta gente que parece normal y tienen una mala leche... Ojalá transformándose se les quitara..."