Decisores populares

Después de cierto tiempo, me ha dado por un tema controvertido. Esta semana llega desde Italia el caso de Eluana Englaro, una chica que lleva más de 17 años en estado vegetativo tras sufrir en 1992 un accidente de tráfico. El padre de la paciente lleva años lidiando con los tribunales para desconectar las máquinas que mantienen con vida a su hija, algo que podría conseguir en las próximas dos semanas a pesar de la ruidosa movilización de grupos opositores a esa medida. Entre ellos, no podían faltar el Vaticano y determinados grupos religiosos.

El Vaticano considera que desconectar las máquinas es un homicidio. Sin embargo, no puedo evitar ver cierta contradicción en el tema. Al haber estudiado de pequeño en un colegio cuya filosofía de enseñanza se basaba en la fé católica, nunca me ha resultado extraño escuchar aquello de que "el hombre no debe jugar a ser Dios". Desde la doctrina católica se ha críticado el desarrollo tecnológico como una afrenta babeliana al poder divino, de tal manera que se pueda llegar a considerar el empleo de la tecnología como una manera "antinatural" de alargar la vida del ser humano. ¿Resulta congruente acogerse ahora a esa misma tecnología humana que tanto denosta para defender la vida? Porque también puede plantearse de la siguiente manera: ¿quién juega a ser Dios: el que pretende desconectar la máquina para dejar morir a una persona, aunque por su misma no pueda vivir, o el que pretende mantener o el que pretende mantener la máquina, inmiscuyendo la mano del hombre, contraveniendo a una madre naturaleza que ya habría dictado una muerte?. Es evidente que habrá respuestas para todos los gustos, desde que "la mano (o la voluntad) de Dios a veces se manifiesta a través de la mano del hombre" a "es una decisión personal que depende de los valores de cada uno y en la cuál no debe implicarse ni la Iglesia ni la religión".

Italia es un aconfesional estado de derecho y se rige por una leyes. Obviamente no son perfectas y, si bien no autorizan la eutanasia, tampoco la prohiben de forma clara y explícita en todos los potenciales casos (el concepto, siempre pelotero). Y dejan el margen suficiente para otorgar a una persona en particular, en este caso el padre de la afectada, la decisión de mantener o no la maquinaria artificial que mantiene vivo el cuerpo de su hija. Los conservadores han gobernado muchos años en Italia; En ocasiones con fuerza política suficiente para aclarar la legislación. No lo ha hecho, tal vez nunca tuviera voluntad de hacerlo, y la Corte Suprema ha manifestado que no se opone, con cierta lógica (compartida o no), a que sea la persona más próxima a la víctima quién tome un decisión de ese tipo en esas determinadas circunstancias (a favor o en contra).

¿Es realmente el padre un asesino? ¿Tenemos los demás el derecho a "juzgar"? Bueno, ese derecho tampoco está ni permitido ni prohibido legislativamente hablando.