martes, enero 12, 2010

La tortura de Atenea

Un amigo mío, profesor de bachillerato, suspendió un trabajo de filosofía a un alumno porque lo había copiado íntegramente de una página de internet. La indignada madre del alumno pidió una entrevista con el profesor para que éste le diera una explicación y el enseñante, para evitar cualquier duda sobre su objetividad, imprimió los textos copiados de la web plagiada, con su correspondiente dirección. Le enseñó todo el material a la progenitora del alumno, pero, al parecer, las pruebas no eran suficientemente convincentes para ella. La obviedad no podía ser mayor: en su opinión el suspenso se sustentaba claramente en una subjetiva animadversión (el tecnicismo es "manía") del profesor por el alumno y, por elló le exhortó a deponer su actitud. No había otra opción lógica que aprobar a su hijo porque éste tenía plaza reservada para el próximo año en la Escola de Policia y, para ello, debía constar que había superado el bachillerato. El profesor insistió que no tenía nada personal en contra del alumno y que no iba a cambiar de parecer ya que su evaluación se basaba exclusivamente en un elemento objetivo: plagiar un trabajo ajeno cuando se le ha pedido un trabajo propio. Pero aquello no parecía más que excusas. La madre dijo que hablaría con el director del colegio y que se quejaría de su labor porque era un "mal profesor".

Éste es uno de esos ejemplos que tanta irritación desatan en la comunidad educativa: padres que se comportan de una manera más infantil que sus hijos y que acaban por dificultar la práctica educacional de los profesores. El debate frecuente sobre quién es el principal responsable sobre la educación de los jóvenes se acaba encontrando con realidades semejantes: padres sobreprotectores que ni educan responsablemente a sus hijos ni permiten que nadie lo haga, si bien la labor de profesor o enseñante no es, ya de por si, la de "domesticar" a nadie. En consecuencia, el concepto de "responsabilidad individual" que muchas veces se transmite de padres a hijos se pierde como un testigo caído en una carrera de relevos y las consecuencias no tardan en manifestarse. Rebeldía adolescente y juvenil, indisciplina en las aulas, niñatos maleducados... Parece que la juventud de hoy en día está más desmadradada y desorientada que nunca. Y los padres también más perdidos que nunca. La presencia mediática de programas televisivos como "SOS Adolescentes" y otros análogos son vivo ejemplo que, si bien el choque generacional siempre ha sido un constante, la actualidad se está mostrando con una especial intensidad, a través de un proceso latente de fractura social cada vez más creciente entre generaciones de padres e hijos, cuyas vías para el diálogo resultan repletas de enormes obstáculos cuando no han quedado ya destrozadas. Y, al final, nadie sale beneficiado de esta situación. Pero no todo va a ser culpa de los progenitores. Algo habrá fallado también en nuestro modelo educativo.

Frecuentemente se ha comentado que la aplicación de la Ley de Educación del 90, la LOGSE, resultó un fracaso por su atrevido intento de evaluar el grado de madurez personal de los estudiantes en lugar de su capacidad de memoria, cosa que les representaba el aprendizaje por el aprendizaje en lugar de la clásica, competitiva y motivadora búsqueda de resultados. La filosofía en sí parecía muy noble, pero en la práctica resultó un desastre: se comentaba que se perdía la cultura del esfuerzo y dificultaba la disciplina en las aulas. Sin embargo, ¿podía evaluarse el funcionamiento de un modelo educativo nuevo, tan innovador como osado en dar un salto cualitativo en el terreno educativo, en tan solo unos años? Es evidente que los resultados no fueron muy alentadores durante los 90, pero esperar que un sistema educativo completamente diferente al anterior calara en unos pocos años igual también era algo iluso. La asimilación no solo debía correr a parte del alumnado, sino también a cargo de unos padres que se había educado con un modelo diferente y no podían esperar los mismos resultados. Sobretodo porque la Educación de los 70, regulada por las leyes de una dictadura militar, no tenía nada que ver con la de los 90. No obstante, da la sensación de que, por no perder una “cosecha”, se puedan acabar perdiendo dos (o más). Han surgido dos leyes más (LOCE, 2002, y LOE, 2006) y no está claro que vayan a funcionar. Pero está aún más claro que algo así no va a salir de la noche a la mañana y que se requiere paciencia, mucha paciencia. Tal vez el “experimento social” tenga repercusión en una generación de estudiantes, pero si se producen muchos efectos no deseados, siempre será mejor que sea una y no más de una. Sobretodo si pensamos a medio o largo plazo, con el objetivo de contar con una mayor mano de obra cualificada en el futuro que, definitivamente, permita un salto cualitativo a la economía española. Para que algo funcione, requiere tiempo. Algo más que un mandato o dos.

Mientras tanto, nos encontramos afrontando una crisis económica con ciertos factores sociales que no ayudan mucho para superarla. Por un lado, la sociedad española cuenta con un considerable grupo de edad avanzada (más de 50 años), dentro del cuál no destaca el alto nivel formativo. Muchos de los que sufren la crisis, especialmente el desempleo, no saben bien cómo afrontar estos tiempos de una manera autónoma, encuentran dificultades para el reciclaje laboral y les cuesta horrores adaptarse a la nueva sociedad tecnológica. Se apoyan exclusivamente en el estado de bienestar y les falta iniciativa. Por otro lado, se habla bastante también de la Generación 'ni-ni', que repercute en los grupos de edad adulta más jóvenes, entre los cuáles existe también un porcentaje más que considerable de individuos que no estudian, no trabajan, viven de los padres y quieren mantener un cómodo nivel de vida. Así que el relevo no resulta alentador.

Creo que todos, y no solo la comunidad educativa, estamos ante un problema con el hecho de la formación media sea tan baja. La vida es algo más que son títulos y diplomas, pero éstos recuerdan el valor del esfuerzo y mejoran en muchos casos la autoestima. Y actualmente, la de muchos trabajadores y potenciales trabajadores está por los suelos. Es clave que nos lo hagamos mirar. Y sobretodo, que nos demos cuenta de que no se puede echar la culpa ni al Papa-Estado, por protegernos demasiado, ni a quiénes están a nuestro alrededor por tenernos manía. Quizá sea hora de hacer trabajos propios. Y no copiar los ajenos. Preparémonos.

4 Comments:

Blogger Juan Rodríguez Millán said...

Como tú, creo que el problema es global y nada parece funcionar. Ni el modelo educativo (más bien los modelos), ni los padres, ni los alumnos. Hay personas individuales extraordinarias (profesores, padres y alumnos), pero no un grupo homogéneo que pueda pensar que está libre de culpas.

¿La solución? Es imposible porque todos los procesos chocan con imposibles. La solución pasa por un sistema educativo consensuado entre todos los actores del sistema. ¿Consenso? Imposible. Pasa porque los padres entiendan que sus hijos no siempre llevan la razón y que el profesor no es siempre el malo. ¿Que el profesor no sea malo? Imposible. Pasa porque los profesores aprendan a impartir nuevas formas de enseñanza, que se valgan de las nuevas tecnologías, que aporten algo a sus alumnos. ¿Aportar algo siempre? Imposible. Y pasa porque el alumno entienda que el objetivo tiene que ser algo más que un cinco en el examen. ¿Algo más? ¿Para qué? Imposible.

Es curioso, pero me veo entre dos aguas. Por un lado, jamás he copiado un trabajo (ni de Internet ni de ningún sitio). Por otro, lo que me inculcaron era un aburrido e inútil sistema de memorización compulsiva y aprendizaje real cero. ¿Eso en qué me convierte...?

12/1/10, 13:59  
Blogger C.C.Buxter said...

El sistema educativo no funciona porque la sociedad (o al menos, la imagen idílica que tenemos de lo que debería ser "la sociedad") no funciona. Cuando se dice que la televisión es basura, que la educación es basura, que los políticos son basura... ¿no será que nuestra sociedad, en su conjunto, no es capaz más que de generar basura? ¿Se puede cambiar la educación de las futuras generaciones cambiando sólo una ley? ¿O para ello es necesario que cada uno ponga su granito de arena y cambie la sociedad en su conjunto?

Me hace gracia cuando algunos sueltan esos discursos grandilocuentes sobre "los valores del esfuerzo y la constancia", "la importancia de la cultura" y demás lugares comunes, porque esos valores no están socialmente recompensados. Para lograr que los "jóvenes" (ay, ya no pertenecemos a esa categoría...) se impliquen en su educación, los adultos tendrán que poner también de lo suyo. De lo contrario, es como el padre que se fuma veinte pitillos al día pero les dice a sus hijos que no fumen porque es malo... Si en el ejemplo que pones a la madre lo único que le interesa es que a su hijo le pongan un aprobado, sea como sea, ¿cómo esperar que el hijo pretenda otra cosa? Recuerdo lo que la madre de un amigo nos dijo para que nos matriculasemos en FP: "no vayáis a BUP, eso sólo sirve para aprender cosas". Ahí queda eso...

Como siempre, me acuerdo de uno de los grandes discursos del presidente Bartlett. Dos jóvenes han puesto una bomba en un partido universitario de fútbol americano, y Bartlett incide en la necesidad de apostar por la educación y destinar más recursos para ello. "Esos jóvenes no nacieron pensando que iban a poner una bomba", dice. Igualmente, podemos decir que los jóvenes españoles no nacen queriendo ir a Gran Hermano o a Mujeres y hombres, y que entre todos tenemos que contribuir para que no quieran hacerlo.

Dicho todo lo cual... estos jóvenes de hoy en día ya no respetan nada :-)

18/1/10, 21:18  
Blogger Reverendo Pohr said...

Juan, encontrar un sistema perfecto es imposible. Sin embargo, conseguir aplicar un modelo (o aplicar algo que se convierta en modelo) que consiga beneficiar al mayor número de estudiantes posibles no debe ser tan quimérico.Eso sí, sin legitimidad con lo que comporta), eso no será posible. Y para ello requiere tiempo. La cultura no aparece de la noche a la mañana.

Entre dos aguas, ciertamente.

Buxter, yo diría que más que no funcionar la sociedad, lo que no funciona es el modelo de sociedad que creemos que debemos tener.Se supone que la sociedad es como un ser orgánico que no permanece exactamente igual, sino que va cambiando en virtud de sus corrientes internas y externas.¿Qué ha pasado para qué lleguemos a pensar que no nos gusta lo que vemos? ¿Nos abandonamos como uno se abandona al vicio, la comodidad y la autocomplaciencia?.

Algo está claro, sin voluntad no se forja camino propio y estás a expensas ajenas. Ya que habrá quién se beneficie de la algaravía presente.La preocupación es si realmente se beneficia la gran mayoría y si, como dicen, es cierto que el beneficio social actual es el bienestar y la felicidad (lo que supuestamente te otorga el consumo y los productos de ocio(entretenimiento).

Por cierto, es de agradecer que, de tanto en tanto, alguien recuerde que la LOGSE también ha aportado buenos frutos. El fracaso escolar da para hablar, pero ¿y las otras 2/3 partes, qué?. También hay mentes excelentes entre los que se educaron en la ESO... Y qué tiene blog propio y escriben en la blogosfera!!!! ;)

19/1/10, 9:15  
Blogger Lansky said...

Completamente de acuerdo con tu post, Reverendo, pero...

Habría que comenzar por definir conceptos (bueno, habría que empezar por solidarizarse, sino compadecerse con esos trabajadores de la enseñanza; trabajo bien jodido, francamente) ¿Qué es educar? ¿Pretenden educar verdaderamente las instituciones educativas? ¿Es educar generar actitudes críticas, el autoaprendizaje, la formación permanente y como personas? o ¿crear ciudadanos sumisos y manejables, trabajadores dúctiles?

La verdadera educación, ni modelos ni sistemas ni hostias, se ha convertido en una utopía o un objetivo elitista al alcance de pocos.

'Papá Estado' no tiene quizá más culpa que los 'papás-papás' (biológicos), pero uno y otros ¿saben bien lo que quieren, lo que esperan de la mal llamada Educación? De momento, ya digo, mi solidaridad con los trabajores de esas brutales minas que se llaman Escuelas, Institutos, etc.

21/1/10, 10:18  

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