lunes, septiembre 07, 2009

La Emperatriz

La Emperatriz irradia una luz brillante que ilumina toda la estancia. Después de todo es el tercer arcano del Tarot, la representación de Afrodita (Venus) como dama y señora, como persona amable y dulce, como ser intuitivo y paciente. Una "emperatriz" nos seduce, nos engalana, nos conquista, nos cautiva hasta caer inevitablemente postrado ante ella. Porque, ¿quién de vosotros no ha estado ante mujer semejante, ante la cuál se siente una enorme confianza, un sosiego y una pausada tranquilidad capaz de mitigar tu ira cuando te invade el disgusto y llenarte de calma cuando notas la siembra de la inquietud?

Dicen que la gran mayoría de los varones vivimos especialmente marcados por cierta imagen protectora de nuestra progenitora de nuestros primeros años de vida. Las féminas también, pero tal vez con otra "intensidad". Por ese motivo, nos sentimos cómodos, hombres y mujeres, cada vez que encontramos cariño, comprensión, paciencia. Sientes vulnerabilidad pero sin preocupación alguna. No importa que llueva porque recuerdas que dejará de llover; No importa que sofoque el calor porque el viento pronto soplará para traerte una suave y agradable brisa. Estamos presos ante esa persona. Pozo de sabiduría, siempre parece tener respuesta para todo. La mayoría de las veces esa respuesta no es la esperada o la deseada y, sin embargo, la otorga de tal elegante manera que no puedes reprocharle nada.

No obstante, aunque nos encante, nos ilumine, nos tranquilice, toda emperatriz es, después de todo, humana. No demuestra dolor, pero sufre; Se manifiesta firmemente, pero también duda; No expresa temor, pero tiene miedo; Se pone a disposición del projimo, pero ella también necesita a los demás; A pesar de todo, es vulnerable. Como el resto de lo mortales. Apadrinar millones de almas no es óbice de precisar de consejo ajeno o ayuda externa. Es más, es más que probable que la requiera más que el resto. Por ello, aquellos que no la ven como quién soporta un imperio sino como una persona mortal con virtudes y defectos, unos individuos comunes y mucho más corrientes de lo que se pueda pensar, suelen andar cerca para mantener esa luz radiante viva y encendida :

- ¿Mago, dónde habeis estado? Os he estado esperando. Necesito de vuestro consejo - expresó la emperatriz.

- Dónde estaba no importa, señora. Decidme, ¿qué puedo hacer por vos?