Saitama
Como ejemplo de competición, me llamó mucho la atención la que se refleja en "El método" (Marcelo Piñeyro, 2005). En este filme, siete aspirantes a un puesto de trabajo han de
enfrentarse entre sí en un peculiar proceso de selección laboral basado en el enigmático "Método Gronholm". Los responsables del proceso, en este caso dos psicólogos (uno de ellos "infliltrado" como supuesto aspirante), lo organizan de tal manera que, de hecho, ni eligen ni rechazan a nadie: lo dejan en manos de los propios competidores que, a través de su interacción y su propia interpretación de las normas enunciadas, van abandonando el proceso de selección cuando se les ha dejado en evidencia (como candidato no-apto) después de cada prueba. Es decir, las decisiones la toman de facto los propios participantes en general y la ejecución la lleva a cabo cada participante en particular. Resulta curioso tratándose de una "Competición de Todos contra Todos".
siquiera ha de ser el más fuerte a nivel individual. En primer lugar, pueden surgir posibles "alianzas" entre rivales más débiles; En segundo lugar, un participante ha de ser consciente de la temporalidad de esas mismas alianzas, que no deberían basarse simplemente en simpatías o afinidad, porque se podría generar un vínculo emocional que puede complicar mucho la resolución del dilema que posteriormente se planteará: tarde o temprano, tocará elegir entre uno mismo y la otra persona; Y en tercer lugar, cada participante debe tener claro en cada momento qué es lo que pretende con su participación. Sinó, corre el riesgo de acabar seriamente tocado psicológicamente en una competición de este calibre, en la cuál se ve lo bueno y lo no tan bueno de uno mismo y de otras personas. Algunos dirán que la clave del éxito en este tipo de competiciones es la inteligencia emocional ; Otros, el ser "cabrón"; También se puede hablar de madurez o de experiencia. Pero, sinceramente creo que, mientras la gente vive la competición desde dentro y se hace planteamientos hipotéticos desde fuera, realmente es el organizador el que está disfrutando como un loco.



4 Comments:
Justo esa es la conclusión que saco yo... Mientras los aspirantes se pegan entre sí, el que se lo pasa pipa es el organizador. Y así nos va, claro, el que tiene el poder lo mantiene y lo aumenta, mientras que el que está abajo en la escala de la vida real sigue tan o más abajo que antes de empezar. Qué mal montado está todo...
Una de las preguntas que podríamos hacernos es: ¿por qué aceptar las reglas que nos impone el "organizador"? De los viejos recuerdos que me quedan de mis clases de teoría del Derecho, está el de un tal Austin, que señalaba que una de las características del Derecho es que es aceptado, explícita o implícitamente, por las personas sujetas a él, y que si no fuese así, ni siquiera en supuestos extremos (como podría ser una dictadura) podría pervivir.
La gran ventaja con la que cuenta ese "organizador", claro, es que siempre va a haber alguien dispuesto a aceptar sus condiciones, por muy vejatorias, humillantes o abusivas que sean.
Bueno, hay quién piensa que nos ha educado precisamente para ser parte de una estructura organizada, más o menos, y para que actuemos de acorde a esta programación educacional. ¿bien o mal montado? LLega un momento que necesitamos (o creemos necesitar) vivir siguiendo unos patrones normativos. ¿cuanta gente conoceis que crean que eso, de ser cierto, "no es tan malo"?
Como diría el señor Lars Von Trier, tan "amigo" de Buxter, "es más cómodo que te digan qué hacer que pensarlo tú mismo, intentar ejecutarlo y ver lo difícil que es llevarlo a cabo". Pero, eih, tenemos posibilidad de elegir!
Por una vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con mi querido Lars Von Trier: no sólo es más fácil limitarse a hacer lo que te dice el jefe, sino que además tienes la reconfortante posibilidad de, si algo sale mal, echarle a él la culpa.
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