Sanitas Obamae
Sigo posteando sobre Estados Unidos, no puedo evitarlo. Será porque en los últimos días viven algo agitados por ese gran acontecimiento político de ciertas proporciones, que bien podría tener una enorme repercusión en la cultura política estadounidense del futuro: la reforma sanitaria que ha impulsado el presidente Obama. ¿Exagero, tal vez?. Creo que no mucho. Esta ley, una vez aprobada por el Congreso estadounidense, permitirá regular el sistema sanitario y posibilitar la cobertura pública de todos aquellos servicios médicos necesarios para ese sector de la ciudadanía que, o bien no podían permitírselos (directamente o vía seguro privado) o bien tenía serias dificultades para costeárselos. Sin duda, es un torpedo contra esa filosofía liberal de "yo me pago mi médico; el resto, que se pague el suyo", sin necesidad de que nadie, ni siquiera el Estado (excepto en caso extremos) tenga que "cargar" con los gastos sanitarios de nadie. Una visión, a mi juicio, algo individualista (que cada uno se espabile por su lado), que contrasta con el concepto de "solidaridad" existente en los países europeos en materia sanitaria, dónde cualquier ciudadano, por el hecho de serlo, tiene acceso a los servicios sanitarios sin coste añadido alguno.
No han sido pocas las voces críticas que se han alzado contra Obama, al que han llegado a tachar de comunista, por atreverse a "europeizar" la sanidad estadounidense. A los europeos no deja de sorprendernos como un país dónde el sentimiento identitario de comunidad/colectividad es tan fuerte, con constante proclamas a la bandera , al "pueblo estadounidense" o a la patria, sea "lone ranger" (llanero solitario) a la hora de resolver sus problemas de salud o a la hora de hacer negocio con un tema tan sensible. Será la costumbre: a ninguno de nosotros se nos pasa por la cabeza que, cuando vayamos al hospital para ser testigos de un parto, tengamos que pagar previamente entre 4.000 y 7.000 dolares (depende del Estado y el hospital) antes de que la mujer de a luz. O que tengamos un accidente, nos rompamos algo, y después de ser atendidos, nos pasen la factura del coste de la atención prestada, la radiografía, los medicamentos y la escayola. No, no nos hacemos a la idea. En cambio, los estadounidenses están acostumbrados: es como ir a un restaurante. ¿Quieres comer? pagas; Sinó, compraté tú la comida.
Más allá de las acusaciones de "comunista" o "europeísta" a Obama sean ciertas (suenan aberrantes, la verdad), lo cierto es que la sanidad estadounidense requería una reforma. No se trata de una cuestión ideológica, sino más bien de índole económica: en términos globales es un sistema ineficiente. Más allá de las prácticas bandoleras de las empresas aseguradoras, con fama de estar completamente desmadradas a la hora de buscar beneficios y cuya actividad, se comenta, es, en ocasiones, digna de ser perseguida por la vía penal, el gasto en sanidad es desproporcionado en comparación con el beneficio que genera. Es decir, una de dos: o se produce un despilfarro sanitario digno de un estado corrupto o la desigualdad social es tan grande que solo un pequeño porcentaje de la población estadounidense vive a cuerpo de rey (al mínimo síntoma, no encuentra problema para contar con celeridad con la asistencia de un médico). Toda una contradicción en un país dónde se lleva a cabo tanta política de cohesión social de bandera.
No hace mucho, la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) presentó su informe (2007) sobre la sanidad de sus estados-miembro y el coste sanitario por cápita colocaba a Estados Unidos en un destacado primer puesto con... casi 7.000 $ por cápita!!! No sé qué pensareis vosotros, pero cuesta creer que la gran mayoría de nosotros, sin enfermedad grave de por medio, se gaste unos 5.000 € en médicos y medicinas. De hecho, la media española es 2.578 $ por cabeza. Pero eso no es lo más raro. Los países nórdicos, famosos por su "derroche pseudocomunista" en cobertura sanitaria universal, no se gastan ni la mitad que EEUU (excepto Noruega que, aún así, queda lejos); Canadá, el vecino norteamericano, que también otorga cobertura casi universal, se queda en 3.715 € de media. Y Reino Unido, con su cultura política tan próxima, no llega a 2.900 €. Basándonos en lo que invierten cada año, ¿podemos decir que la sanidad estadounidense es la mejor del mundo? ¿Es superior, a nivel de prestaciones y servicios, a la del resto del mundo?. Supongo que para algunos, sí; En términos generales, cuesta un poco creerlo. Incluso, afirmándose, con cierta temeridad, de que el nivel de vida es más alto.
El informe de la OCDE coloca a Japón como país puntero en calidad de vida. Empleando como indicador básico la esperanza de vida, los nipones (en general) superan ampliamente a los estadounidenses (en general). Y además, lo hacen invirtiendo casi una tercera parte menos en sanidad. Incluso la esperanza de vida es mayor en España así que, una de dos: o la calidad de vida es mayor aquí en la Península o contamos con un sistema sanitario increíblemente eficiente (por favor, los usuarios de la sanidad pública, no os atraganteis).
En la revista de National Geographic, el grafista Oliver Uberti representó a varios países de la OCDE relacionando gasto sanitario por cápita, visitas por habitante y esperanza de vida al nacer. Desde 2007, la cosa no ha mejorado mucho en Estados Unidos. Su gasto se ha incrementado hasta 7.290 $ para tener una esperanza de vida (78 años) por debajo de la media (79,2), superado incluso por Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Reino Unido (sus partners anglosajones). No deja de ser sorprendente como se lo montan los países del lejano oriente, que sacan mucho rendimiento a su inversión sanitaria: Japón, con poco más de 2.500 $ al año por cabeza asegura una media de más de 12 visitas y apunta a una esperanza de vida de más de 82 años; Corea del Sur, con una media de entre 8 y 12 visitas, tiende a unos 79 años y medio con 1.688 $ anuales!!!
Mirando el gráfico de la derecha es inevitable preguntarse: ¿se puede saber dónde se va tanto dinero?. La diferencia es demasiado abultada para que se deba a un mero ajuste monetario.
No me extraña que los demócratas norteamericanos se hayan planteado una reforma sin escorarse mucho a la izquierda. Da para pensar que un ciudadano medio en Portugal tenga una esperanza de vida mayor que un ciudadano medio en Estados Unidos con un coste 6 veces menor. Sin embargo, desde el Partido Republicano eso ya les debe parecer bien: ninguno de sus miembros se puede considerar ciudadano medio. Y ya pueden salir a la calle los liberales conservadores y tradicionalistas a protestar contra el "obamunismo". Después de todo: ¿alguien sabe dónde está Portugal?
3 Comments:
Admito que es un tema del que no sé demasiado y del que he leído demasiado poco, así que he repasado con más interés del normal, si cabe, los datos de tu entrada. Y chocan, ya lo que creo que chocan. Hasta el punto de que no se me ocurre más explicación que el funcionamiento corrupto del sistema. Que alguien se esté embolsando mucho dinero con la desgracia ajena.
Como dices, sorprende esa visión en un país como Estados Unidos, tan amante de su "modo de vida" (hasta Superman decía defenderlo aunque en España nos doblaron el diálogo de otra forma...).
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Juan, las noticias que nos llegan sobre amenazas, críticas e intentos de agresión que han recibido algunos de los que votaron a favor de la reforma hacen pensar de la trascendencia de la misma. Hay documentados ejemplos de auténticas tácticas mafiosas que solo pueden significar que, si bien puede haber un trasfondo ideológico, sobretodo hay muchísimo dinero en juego. Y habrá quién hará uso de toda la demagogia populista posible no solo para para defender "su negocio", sino para que otros también lo hagan. ¿será que muchos no comprenden que los beneficiados serán sus propios compatriotas? O creen que los pobres, sobretodo los inmigrantes (por supuesto, EEUU no ha sido NUNCA un país de inmigrantes, que vaaa!), solo tienen una salida para salir de ella: trabajar el triple o el cuadruple o enrolarse en el ejército?. Supongo que no lo entendemos porque somos "europeos".
Bienvenida, Tatiana. No solo no pongo objeción a tu "oferta", sino que te estoy muy agradecido.
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