No soy el único que piensa que al juez Baltasar Garzón nunca le ha desagradado para nada cierto protagonismo. No sabe callarse ni estarse quieto (seguro que es Sagitario!) y eso incomoda a mucha gente. Sobretodo a esa gente amante de la discreción como son sus compañeros de gremio. No puede decirse que sea extraño que vuelva a tener un papel protagonista en un escenario político de actualidad, si bien imaginárselo en un banquillo diferente (el de acusado) al que suele ocupar habitualmente (el de juez), sí puede considerarse, cuanto menos, inusual. Lo más peculiar de todo es que este caso cuenta con un elemento explosivo: tres son las causas contra él y una de ellas está relacionada con su pretensión de investigar y/o juzgar, aunque sea a nivel simbólico, los crímenes de una dictadura militar (esta vez la española). Y eso a pesar de la impopularidad social que suelen las dictaduras en gran parte del mundo occidental.
No obstante, a la espera de acontecimientos y
esperando leer otras opiniones expertas de confianza (
Buxter, date por aludido!!!!), habría que tener presentes dos momentos: Primero, hace menos de un año (27 de mayo de 2009), se aceptó
a tramite la demanda contra Garzón, lo cuál significa que se abría un procedimiento juicial contra él porque la demanda se adecuaba a Derecho, pero sin que eso representara forzosamente que hubiera juicio contra él. Eso cambió, hace menos de dos semanas, cuando el juez Luciano Varela
anunció que había indicios de delito por prevaricación (delito que cometen los funcionarios públicos al faltar,a sabiendas o por ignorancia inexcusable,a las obligaciones y deberes de su cargo) y, por ende, sí habría juicio oral contra él. Este anunció suscitó ciertas reacciones sociales (satisfacción para unos, alarma e indignación para otros). Sin embargo, más allá del cruce de acusaciones, no hay que olvidar poner un poco de sentido común.
La primera de ellas es la
presunción de inocencia. Que sea poco habitual ver enjuiciado a un juez no significa que, necesariamente, sea culpable. No soy un experto jurídico, pero mi pequeñas nociones de derecho me hacen pensar que demostrar un delito de "prevaricación" no es tan fácil como se pinta. Hace once años el también juez
Javier Gómez de Liaño ya fue condenado por tal delito (aunque indultado por Aznar en el 2000) pero
el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo dictaría en su favor ochos años después. Si bien el juez Varela dijo "
ni hay certeza sobre la inexistencia del delito, ni es arbitraria, ilógica o absurda una posible calificación acusatoria por prevaricación", la diferencia con que SÍ haya existencia de delito ya parecen palabras mayores. ¿Pasó por alto Garzón la ley de Amnistía (para crímenes de la Dictadura o cargos políticos de la misma) de 1976?. Está por ver, ya que él justificó en su día por escrito la posibilidad de que fuera aplicable en determinados casos (los resquicios del derecho tienen esas cosas). Y en caso de que se considerara la extralimitación por parte del juez, ya pueden motivarla bien, porque en el Tribunal de Estrasburgo (e incluso en el Tribunal Internacional de La Haya) podrían estar encantados de tratar el tema.Y no hay ninguna ley de amnistía posible que se resista cuando se trata de "crimenes contra la humanidad" en estos tipos de tribunales. Así que no se adelante nadie. Esto podría ir para la largo.
Otro detalle: el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) es el órgano rector de los jueces. El próximo jueves (22 de abril) se planteará si toma medidas cautelares para suspender de funciones a Garzón, pero algo llama la atención: si el juez de la Audiencia Nacional hubiera prevaricado de forma ostentosa, ¿no habría tomado el CGPJ otras medidas, actuando de oficio, en los dos años anteriores?.
En segundo lugar, cuesta creer que los estamentos judiciales tengan ganas de "follón": ¿en serio hay muchos jueces que vayan a jugarse su reputación por una cuestión ideológica o una animadversión personal?. Por muchas ganas que pudiera tener alguno por cargarse a su camarada-estrella, sabe que enjuiciarlo sería solo el principio de una cadena de inconvenientes, algunos de gran trascendencia mediática, que podráin acabar "popularizándose" dentro y fuera de España. Como he dicho, las dictaduras no despiertan simpatías, sobretodo fuera de dónde se producen, y, por ello, la presión va a ser enorme desde todos lados. Éste es un tema que va a atraer muchas cámaras y muchos "flashes". Cualquier sentencia va a ser examinada con lupa (sobretodo si es condenatoria), con lo que se abre una posible escalada de denuncias y acusaciones que, creo que yo, generan unas molestias que a la inmensa mayoría de los jueces no les suele apetecer sufrir de forma gratuita, por muy conservadores y fachillas que sean. Así que no creo que actúen por "amor al arte".
Tercero, a veces ver el árbol no permite ver el bosque. Da la sensación de que Garzón se encuentra en una situación difícil pero todo este proceso puede tener un efecto inesperado incluso para sus propios denunciantes: su "víctima" puede acabar por convertirse en un mártir o en un adalid de la justicia. Los medios de comunicación sienten debilidad por estas figuras. Y cuanto más "machacado" sea, más simpatías despertará. Incluso podrían salir otros "garzones" europeos. Una herencia de los mártires es que sobredimensionan todo sobre ellos. Y el tema de la dictadura española bien podría hallar de nuevo un hueco en la prensa internacional. Precisamente, lo contrario que se pretendía, que era mantenerla enterrada.
En todo esto, hay otro detalle que rompe los esquemas: que en este proceso estén implicados figuras como la del propio juez Luciano Varela o el magistrado Joaquín Gímenez, fundadores de la organización progresista "Jueces por la Democracia". Que la "Ley de Amnistía" la defiendan jueces conservadores que ejercen desde tiempos inmemoriales, aún se comprende. Pero que lo hagan los considerados progresistas... no acaba de cuadrar. Una explicación que encuentro es que pretendan evitar un tribunal supremo politizado y dividido, en el cuál diera la impresión de que la mayoría conservadora lleva a cabo una "vendetta" contra un juez muy molesto, con el descrédito que supondría para el gremio en general. Así que la mejor opción sería compartir la "gestión del proceso". No vaya a ser que genere molestísimos precedentes.
Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos. Lo que está claro es que cada uno jugará su papel. Y que a Garzón no le faltarán recursos.
2 Comments:
Sobre este tema hay muchas cosas que me chirrían. Obviamente, me parece triste el origen de la denuncia, un pseudosindicato que nadie sabe a qué trabajadores representa pero sí los intereses de qué espectro ideológico y político. Raro, como poco.
Pero aún hay más. Al margen de ese origen, ¿qué hay de malo en que se juzgue a un juez? Y me ocntesto a mí mismo: los juicios paralelos. Si un juez ha podido cometer un delito, se le juzga. Si es inocente, aquí no ha pasado nada (salvo que el denunciante tendría que pagar por manchar su honor, claro). Si es culpable, que lo pague. Pero que se pueda juzgar a un juez a mí me dice mucho a favor de la democracia española y muy poco, en todo caso, en favor de ese juez que se ha aprovechado del sistema.
Y luego están los actos a favor del juez. ¿Por qué al PP le parecen antidemocráticos? ¿Qué democracia defiende esta gente en la que no se puede respaldar en público a un acusado (que no condenado, al menos todavía y por mucho que ellos quieran)? Ellos pueden criticar y defender a los jueces que quieran. Los demás no. Viva su democracia.
Y una conclusión final: si Garzón es inocente y los jueces así lo declaran, sale reforzadísimo. ¿Y sus querellantes? Ojalá justo lo contrario, porque ya está bien de campañas injustificadas contra todo aquel que no hace lo que ellos dicen...
¡Vale, vale, me daré por aludido! La verdad es que pensaba escribir sobre este tema, y ahora que estaré en casa unos días intentaré hacerlo lo antes posible. El asunto Garzón es lío tremendo, y junto con el Estatuto de Cataluña, lo último que faltaba para hundir a la justicia española en el descrédito.
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